7 Billones de habitantes y yo sigo sintiendo frío
Teatro La capilla
(Madrid 13, Coyoacán, Del Carmen, 04100 Ciudad de México, D.F. Muy cerca de la Cineteca Nacional. Consulta el mapa más abajo.)
Del 7 de agosto al 25 de septiembre, todos los viernes a las 20:30 hrs.
Quizás no hay nada de lo que se pueda hablar mejor que de lo que uno más conoce. Sin embargo, en el arte, y quizá más aun en el teatro donde está el cuerpo de por medio, arriesgarnos a hablar de nosotros mismos es una tarea arriesgada y casi oscura cuando hablamos de heridas que no se han dejado reposar. Los creativos de 7 Billones de habitantes nos dejan ver el camino y el resultado de esta aventura interior pero en el escenario. Nos convierten espectadores (y participantes) del riesgo de desentrañar sus miedos, angustias y traumas pero no lo hacen con golpes de pecho, más bien, la propuesta es profundamente sarcástica. Y nos reímos aunque no queramos.
La premisa de la obra es: ¿Por qué si somos tantos habitantes en el planeta, nos seguimos sintiendo solos? La pregunta nos la habremos hecho un par de veces también los espectadores, pero podría apostar a que realmente todos rehuimos de la respuesta, primero, quizá por la aparente imposibilidad de contestarla de manera sensata.
Los creativos de esta obra (se llaman a sí mismos NADDA por las iniciales de todos los integrantes del equipo) logran responder esa abrumadora pregunta. No, la respuesta no es muy amable. NADDA está compuesta por los actores (recién egresados del Centro Universitario de Teatro): Alejandro Guerrero S., Arantza Muñoz Montemayor, Daniela Luque, David Illescas, Nicolasa Ortiz Monasterio y Diego Cristian Saldaña. Cada uno ocupo su verdadero nombre en escena y cada uno se expone ante nosotros, no como comúnmente sucede en el teatro: como personajes elevados por la ficción, sino como seres humanos, errados y con errores, heridos y con complejos.
La obra es crítica, mordaz y tierna. La propuesta es fresca. Hasta pueden notarse algunas evocaciones a las coreografías de Pina Bausch, en las que se retrataba el declive del amor con la caída de los bailarines que interpretaban a los amantes (esto se debe en parte también, y con toda fidelidad a la propuesta, a que Arantza además de ser actriz también es bailarina).
La relación con el público se mantiene constante. Y es necesaria, porque aunque uno siempre va al teatro a exponer de alguna forma a los actores, la propuesta de este equipo consiste en exponer también al espectador partiendo de ellos mismos.
Los que mirábamos estuvimos todo el tiempo confundidos sobre si lo que sucedía en escena había sido improvisado o si era parte de un texto dramático premeditado, y no por una cuestión de calidad, sino más bien por lo orgánico que resultaban algunos movimientos de los actores, o por las rupturas que habían al dirigirse al público.
El resultado del trabajo, o el trabajo mismo, lo califico de valiente. Unos los ve y se pregunta si no es que están sufriendo al representarse a ellos mismos con temas tan atroces como el abandono, el rechazo, la ansiedad, las adicciones y la búsqueda del origen. Enfrentarse a esos temas es ser valiente. Ellos parecen resolverlo en escena porque se defienden con los recursos que tienen como actores.
Si quieres ver una obra con verdadera tensión tienes que ver 7 Billones de habitantes. El espectador experimenta por momentos inclusive una suerte de terror psicológico que resuelve como quien ríe nerviosamente y a carcajadas después de haberse caído frente a una multitud.
Todos salimos de la sala como cómplices de esa caída. Algunas personas lloraban, otras se reían y otros estábamos pasmados. Es bello ver obras así y sentir que pese a que somos más de siete billones de habitantes, al menos en una sala de teatro y por casi un par de horas, podemos no sentirnos solos.
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